martes, 27 de octubre de 2009

El Canon den Nuevo Testamento


¿Por qué era importante fijar límites en el canon del Nuevo Testamento?

Primero.- Aproximadamente por el año 140 d.C., un hereje de Roma llamado Marción adoptó como su Nuevo Testamento diez de las Epístolas de Pablo (excluyendo las epístolas pastorales), y un evangelio de Lucas truncado (faltándole los primeros dos capítulos). Además rechazó totalmente el Antiguo Testamento. Para contrarrestar su influencia se hizo necesario que la iglesia cristiana ortodoxa considerara la necesidad de fijar los límites de su canon.

Segundo.- Muchas iglesias orientales por ejemplo, la de Alejandría en Egipto, se fueron al extremo opuesto de Marción, y leían en sus cultos ciertos libros apócrifos novotestamentarios. Un manuscrito Del siglo quinto, el Alejandrino, incluye la Primera Epístola de Clemente de Roma. Al final del manuscrito Sinaítico fechado en el siglo cuarto, se encuentran la Epístola de Bernabé y el Pastor de Hermas (ambos del segundo siglo).

Tercero.- El edicto de Diocleciano en 303 d.C., demandando la destrucción de todos los libros sagrados del cristianismo. ¿Querría un cristiano exponer su vida por la posesión de un libro religioso que no era verdaderamente inspirado por Dios?

Claramente hacía falta una decisión respecto a cuáles libros debieran incluirse en el canon.

Los primeros padres de la iglesia del segundo siglo, tales como Ignacio y Policarpio indican un conocimiento amplio de las Epístolas de Pablo, de algunos de los Evangelios, y de I Pedro y I Juan. El uso de nuestros libros del Nuevo Testamento aumentó constantemente durante la primera mitad del segundo siglo. Por ejemplo, Justino Mártir (1.50 d.C.) demuestra tener conocimiento de los cuatro Evangelios, Los Hechos, varias de las Epístolas de Pablo, Hebreos, I Pedro y el Apocalipsis. Al fin del segundo siglo es claro que tanto Ireneo en Galia (Francia), como Clemente de Alejandría (Egipto) y Tertuliano de Cartago (Norte de África), todos tenían esencialmente el mismo Nuevo Testamento que nosotros tenemos hoy día.

Durante el tercer siglo hubo bastante controversia respecto a la canonicidad de siete de nuestros libros del Nuevo Testamento. Estos eran Hebreos, Santiago, II Pedro, II y III Juan, judas y Apocalipsis. Esa incertidumbre continuó hasta el cuarto siglo.
La primera lista exacta de nuestros 27 libros se encuentra en una carta de la Pascua de Resurrección escrito por Atanasio en 367 d.C. Por fin casi al fin del siglo cuarto, en 397 d.C. el Concilio de Cartago decretó que solamente deberían leerse en las iglesias: A continuación dio una lista de los 27 libros de nuestro Nuevo Testamento. Desde aquel día el canon del Nuevo Testamento ha permanecido igual para nosotros, para la Iglesia Católica Romana, y ha sido el canon protestante desde la Reforma. Creemos que el Espíritu Santo guió en la selección de los libros, hecha por ese concilio.



Hno. Artenio A. González Treviño

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