viernes, 30 de octubre de 2009

Apóstol Pablo, Tercer viaje


Después de una corta estancia en Antioquia de Siria, Pablo emprendió su tercer viaje, recorriendo en orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos (Hch 18:23), llegando después de esto a Efeso. El Espíritu Santo le permitiría ahora a Pablo predicar la Palabra en la provincia de Asia, en tanto que le había sido prohibido durante su segundo viaje.
El apóstol hizo de Efeso su base de operaciones a lo largo de tres años. Fue aquí donde encontró cerca de doce discípulos, los cuales fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús, y recibieron el Espíritu Santo, puesto que no lo habían recibido, pues solo habían sido bautizados con el bautismo de Juan. También a quien enseño por tres meses en la sinagoga, y después por el endurecimiento e incredulidad de algunos, se aparto y estuvo enseñando por dos años en una escuela de uno llamado Tiranno (Hch 19:8-10). También aquí hizo Dios muchos milagros por medio de Pablo. Fue aquí también en donde muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos (Hch. 19:19), de esta manera crecía y prevalecía poderosamente la Palabra del Señor en Efeso. También hubo aquí oposición constante y encarnizada por medio de los artífices de estatuillas y seguidores de la diosa Diana de los Efesios (Hch 19:23-32).
Pablo, sabiendo que había judaizantes que atacaban su doctrina y que la desacreditaban en Galacia, escribió su epístola a los Gálatas.
Antes de abandonar Efeso, el apóstol Pablo envió a Tito a Corinto, Tito debía después de ello reunirse con Pablo en Troas (2 Corintios 12:2), lo cual no sucedió.
Inquieto, el apóstol Pablo se dirigió a Macedonia, donde volvió a encontrarse con Timoteo y Erasto, a los que había enviado antes allí. Después de esto llegó Tito con la noticia de que los Corintios estaban cumpliendo fielmente las instrucciones de Pablo. Fue entonces que el apóstol les escribió 2 Corintios.
De Macedonia Pablo se dirigió a Corinto, pasando allí el invierno y aprovechó para acabar de disciplinar y de organizar a la iglesia de esta ciudad. Es entonces que el apóstol Pablo escribió su exposición más completa de la doctrina de la Salvación, la epístola a los Romanos.
El apóstol deseaba vivamente ejercer su ministerio en Roma, pero no podía ir en estos momentos, por que debía llevar a Roma los dones de los gentiles convertidos. Los introductores del Evangelio en Roma habían sido especialmente amigos y discípulos de Pablo.
La siguiente etapa iba a conducirlo por última vez a Jerusalén. Los judíos estaban ferozmente opuestos a la evangelización de los gentiles, en cuanto a los cristianos surgidos del judaísmo, ellos mismos desconfiaban de Pablo y de su obra. Esta es una de las razones de que el apóstol pidiera a las iglesias de la gentilidad que probaran su lealtad mediante el envió de una generosa ofrenda a los cristianos pobres de Judea.
Pablo y sus amigos dejaron Corinto con el fin de llevar estos dones a Jerusalén, pero, enterándose de que los judíos le querían tender una celada, renunciaron a embarcarse e ir directamente a Siria (Hch. 20:3), y Pablo tomo la decisión de volver a Macedonia, y se quedó en Filipos mientras sus compañeros se dirigían a Troas.
Lucas se reunió con Pablo en Filipos. Después de la pascua, Pablo y Lucas se embarcaron a Neapolis, un puerto de Filipos, para volver a encontrar a sus amigos en Troas, donde pasaron siete días, y en donde ya había una iglesia.
Pablo fue de Troas a Asón, en donde se encontró con sus compañeros de viaje, que lo habían precedido por vía marítima, su nave llego a continuación a Mitilene, y al día siguiente toco la isla de Samos, y llego a Mileto. Pablo que se apresuraba a ir a Jerusalén, no había querido ir a Efeso, pero envió a buscar a los ancianos de aquella iglesia, los cuales acudieron a Mileto, donde el apóstol les dirigió las ultimas exhortaciones (Hch. 20:18-35).
Abandonando Mileto, la nave se dirigió hacia la Isla de Cos, al día siguiente llego a Rodas, de Rodas la nave tocó Patara, donde el grupo misionero efectuó un cambio de naves, emprendiendo viaje hacia Fenicia, y arribaron a Tiro (Hch. 21:3). El apóstol y sus amigos se quedaron allí por siete días; los cristianos de Tiro suplicaron a Pablo en vano que no fuera a Jerusalén, y después de haber orado con ellos, el apóstol Pablo y sus compañeros subieron a una nave que iba a Tolemaida, al llegar se quedaron allí un día con los hermanos, y después llegaron a Cesarea por vía terrestre, en donde se quedaron en casa de Felipe el evangelista.

Agabo, el profeta que había predicho una época de hambre durante la primera estanca del apóstol Pablo en Antioquia de Siria, se ató los pies y las manos, y anunció que los judíos atarían de aquella manera a Pablo y lo entregarían a los gentiles. A pesar de estas advertencias y de las lagrimas de la comunidad, Pablo, y algunos de sus discípulos, subieron a Jerusalén (Hch. 21:11-14). Así acabo el tercer viaje misionero de este gran apóstol, el apóstol Pablo.

José Carlos Castillo Zepeda.


Yasap

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