Que se rompan los montes; no me inquieta.
Que el sol no brille como cada día,
que se transforme la luz en sombría
pena y contra el mundo arremeta
cruel peste, echando por la banqueta
cuerpos enfermos, piel en agonía;
estoy confiado, porque el alma mía
ha creído a la voz del profeta:
He aquí, la virgen concebirá,
dará a luz un hijo, Emmanuel.
¡Gloria a Dios! El Señor está conmigo.
¡Gloria a Dios! El Señor me librará.
¡Gloria a Dios! No hay dios como Él.
¡Gloria a Dios! Él es el mejor amigo.
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