Cantan los cielos y el mar,
canta el agua de la fuente,
canta la luna al brillar
y canta el sol persistente;
cantan siempre su canción
a Dios que los ha creado,
cantan desde su rincón
un canto fino al Amado.
La voz de su canto suena
en el cielo y Dios se llena
el corazón de alegría;
ahora, que el hombre cante
la tonada de su alma, ante
Dios quien su canción ansía.
J. A. Reyes
martes, 27 de octubre de 2009
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